23.11.09



La imagino como Martha Argerich.

Me enteré mediante una técnica milenaria instaurada por los habitantes locales de nuestro servicio de inteligencia nacional, que mañana vendrá Doris Lis.

Llamó a casa hace unos días, anunciando su llegada haciendo uso de su ralentizada y deteriorada voz; pregunté quién era ésa mujer, por lo cual, recibí un interrogatorio correspondiente a el uso indebido de anexos telefónicos. Luego me enteré que Doris Lis fue una gran artista plástica y pianista; sí, y la mejor parte del relato (que fue contado por mi tía Edda con un movimiento de manos rectilíneo uniformemente variado) fue saber, que era una mujer muy inteligente que a pesar de su avanzada edad se negaba rotundamente a oxidar su alma y manos, dando clases de piano eventualmente.

Doris Lis, es un ser especialmente familiar, espacialmente octogenaria, representante elegida como la magnánima flor de lirio y mi tía.

22.11.09




Cuando siento que todo sale mal, cuando subo las escaleras rapidísimo hacia mi cuarto y cuando se cierra la puerta de un golpe, escribo. Escribo y libero todo, sin técnicas de centro de redacción, sin audiencia recurrente, sin propósitos específicos y en ocasiones, sin emisor, así escribo, y así funciona este libro. ¿Soy capaz de argumentar satisfactoriamente mis ideas? no lo sé; esto se escribe solo, con un par de manos cuyos dedos, entre lo confuso del momento, entre el tic tic del teclado, y un qué quiero conseguir, escriben en un lienzo débil sin podar lo irrelevante.

21.11.09